Me vuelvo a poner en contacto con vosotros otra vez más para
comentaros la que fue mi primera salida de caza con un estupendo grupo de
amigos.
La mañana comenzaba a las 8:00 con la recogida de los perros
para posteriormente dirigirnos a una preciosa finca del sur de Badajoz, la cual
dispone de barias y buenas manchas de jara, lentiscos y encinas, numerosos
cerros y abundantes regatos.
Una vez en la finca nos dispusimos a andar por una de las
manchas y al poco tiempo nos sorprendió una ladra, se trataba de una cierva la
cual dejamos pasar, un poco más tarde, cosa así de las 10:00 vimos como los
perros volvían a sorprender con una preciosa imagen, levantaron un grupo de 4
ciervas y un venado a los cual no pudimos tirar y corrieron con una larga
ladra.
Al regresar los perros cambiamos de orientación para entrar
en la parte más densa de la mancha y conforme avanzábamos se iba notando más la
presencia de guarros, tanto por las veredas como por el olor, pues en una
pequeña parada que realizamos sobre las 11:20, mi compañero Juan me dice:
tenemos algo cerca que huele… y en ese momento nos rompió por debajo un guarro
el cual solo pudimos escuchar por la densidad de la vegetación.
Seguimos nuestra marcha y los 10 minutos se escuchan a los
perros ladrando seguido de tres detonaciones, en ese mismo instante y sin
pensarlo Juan y yo salimos corriendo hacia el lugar donde se escucharon y al
ver las caras de Dani, Pozo y especialmente la de Rober supimos que el 24/11/2012
no se nos olvidaría, había abatido un hermoso jabalí con una bonita boca.
Según nos contaba: los perros andaban muy calientes en una
zona junto a un pequeño regato y de golpe dos perros; un pointer “Rufo” y un
bretón “Chico” lo sacaron de su encame, Chico estaba agarrado a la pata trasera
y Rufo al cuello del animal y este con un fuerte cabezazo lo lanzó, momento en
el que se llevó el primer tiro, los
perros se le volvieron a agarrar mientras el guarro corría hacia los cazadores
y sin dudarlo le dio el segundo tiro y para rematarlo y que dejara de sufrir le
dio el tercero.
Algo más tarde se escuchó a un perro ladrar de parao y nos
dispusimos a ver que había, en esta ocasión sin suerte y sin ver nada, pero al
cabo de 5 minutos vimos a lo lejos al perro detrás de un espectacular cochino
que corrió mejor suerte que su compañero.
Para terminar recogimos los perros y cargamos el animal en
el coche, para celebrar lo bien que se había dado la jornada en casa del
afortunado del día, comiendo y bebiendo junto a la chimenea y a un buen grupo
de amigos, a la que se nos unieron Juan y Llorente que no pudieron venir por la
mañana.
Y para rematar el día terminamos la celebración en la
discoteca del pueblo.
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